Es desafío de la Iglesia reevangelizar con nuevos
criterios y nuevos estilos. Invitar a la gente a que responda desde un desafío.
El desafío es que la Misa debería ser verdadero encuentro con aquel que pensó
todo esto, y si toca el corazón debe llevar a la gente a que cambien de
conducta si no, no es creíble el encuentro y sería todo nuevamente superficial.
La invitación a celebrar los 500 años debería ser
completar la evangelización que se comenzó. Profundizarla y volver al origen.
Si no se vive así quedaremos otra vez en lo externo.





